Disidencia sexual

miércoles, 13 de mayo de 2015

El miedo.

Y de repente me hizo caer en cuenta de lo expuesta que estaba.
Había pasado toda la tarde tranquila y feliz- muy feliz-, confiada entre la gente, haciendo caso omiso a las miradas curiosas o de reproche. El mundo se redujo, por un pequeño instante, a unos metros de hierba y el cielo azul, muy azul. Yo, en medio de mi tranquilidad y mi “nomeimportismo” me había olvidado de cuidar ciertas cosas; como diría la canción: “Lost my discretion…”.  Me sentía cómoda en el ambiente, por fin era absolutamente yo y sin ninguna restricción. 
La tranquilidad no duraría tanto…
Me hizo caer en cuenta que la burbuja de cristal se había roto. Pensé-pienso todavía- en todas las implicaciones que esto puede tener, y siento miedo, mucho miedo. Me siento como una niña indefensa con miedo a enfrentarse al mundo terriblemente hostil. 
El miedo sólo me deja dos posibilidades: combatirlo o dejarme absorber por él. Habrá quien me diga que lo mejor es combatirlo, enfrentarlo, gritar al mundo sin importar lo que luego el mundo me grite a mi. Yo pienso en esta posibilidad y tiemblo. Tiemblo de miedo con un nudo en la garganta…porque no soy tan valiente, porque es mucha le gente…
Quiero hacer las cosas bien, el problema es que ahora no sé lo que eso significa.

Por: Manuela Vives Zapata.


La revelación.
Revelación: Ese pequeño reflejo de algo que intuimos, que nos dirá que hacer y a donde ir aunque siempre lo hayamos tenido en frente.
La experiencia me ha dicho que las cosas más importantes de la vida no se conocen ni leyendo, ni estudiando, ni escribiendo; las cosas verdaderamente importantes y esenciales de la existencia aparecen como una revelación. 
Pareciera que hay un Dios que deja caer sobre nosotros todo el peso de “saber”, que nos notifica-sorpresivamente y sin anestesia alguna- que algo en nosotros ha cambiado- más precisamente se ha revelado- y esa revelación al final nos conduce por los caminos del autoconocimiento  y la verdad, aunque claro, estos caminos no son un campo de flores, por lo que pareciera que algún Apolo dirige hacia nosotros sus flechas cargadas de conocimiento que son tan dolorosas como verdaderas.
La revelación es más poderosa que cualquier otro tipo de conocimiento, está cargada de todo el caos irracional del universo y de sí, y constituye el conocimiento espantoso de ese lado de sí que ha tratado de negarse siempre y que ya no puede ocultarse más. La revelación, es, además, un “estado de guerra” de el “yo” visible con el “yo” oculto, una guerra en la que se enfrentan los peores monstruos y los peores miedos con el único fin de encontrar la tan abstracta felicidad.
Si bien-como lo dice Galeano- “las utopías le sirven al hombre para caminar”, las revelaciones le sirven para encontrar el camino.

Por: Manuela Vives Zapata.




Disidencia sexual


Un taller como este es propicio para plantear, con transparencia y coraje, preguntas tales como: ¿en todo tiempo, lugar y circunstancias el amor entre personas del mismo sexo ha sido visto como algo reprochable?, ¿desde cuándo el amor entre varones y entre mujeres es mirado con odio en Occidente?, ¿la heterosexualidad es moral per sé?, ¿es inmoral la homosexualidad per sé?, ¿desde cuándo hay heterosexualidad?, ¿la heterosexualidad es un invento reciente, mientras que la diversidad sexual es tan antigua como la humanidad misma?...  

Buenos días, Vamos a dejar por aquí  algunos fragmentos de o­­bras y artículos de interés para el tema, esperamos los lean y se preparen para el martes 9 de septiembre.


Muchas Gracias

El se sienta al lado de mi pupitre
Lo miras
Tan cerca de su hermosura
Que es tanta
Tan desmedida
Que casi te atreves
A nombrársela en la cara

Pero                               
Una vez mas te dices
¡Espera al menos
a que termine la clase!

Aunque
livianos los ojos
En la pelusa de su mejilla
Piensas de nuevo:
¿Y si al fin
Poniendo mis pies sobre la tierra
-justo al lado de mi bastón
Yo le declarase mi amor
Y él

Por ventura
Me concediese el suyo
No tuviera el suyo
Para dar
al menos
un brinco de alegría…?

Y aun así

Pillados tus ojos
Cuando su frente vuelve
Una vez más le dices:
¿Me prestas tu esfero rojo?

Tomado de: Todas mis cosas en tus bolsillos – Fernando Molano



¿Hay aquí algún tren que vaya hacia alguna parte?

domingo, junio 19, 2005

matrimonio entre católicos

Estoy completamente a favor de permitir el matrimonio entre católicos. Me parece una injusticia y un error tratar de impedírselo.

El catolicismo no es una enfermedad. Los católicos, pese a que a muchos no les gusten o les parezcan extraños, son personas normales y deben poseer los mismos derechos que los demás, como si fueran, por ejemplo, informáticos u homosexuales.

Soy consciente de que muchos comportamientos y rasgos de carácter de las personas católicas, como su actitud casi enfermiza hacia el sexo, pueden parecernos extraños a los demás. Sé que incluso, a veces, podrían esgrimirse argumentos de salubridad pública, como su peligroso y deliberado rechazo a los preservativos. Sé también que muchas de sus costumbres, como la exhibición pública de imágenes de torturados, pueden incomodar a algunos.

Pero esto, además de ser más una imagen mediática que una realidad, no es razón para impedirles el ejercicio del matrimonio.

Algunos podrían argumentar que un matrimonio entre católicos no es un matrimonio real, porque para ellos es un ritual y un precepto religioso ante su dios, en lugar de una unión entre dos personas.

También, dado que los hijos fuera del matrimonio están gravemente condenados por la iglesia, algunos podrían considerar que permitir que los católicos se casen incrementará el número de matrimonios por "el qué dirán" o por la simple búsqueda de sexo (prohibido por su religión fuera del matrimonio), incrementando con ello la violencia en el hogar y las familias desestructuradas. Pero hay que recordar que esto no es algo que ocurra sólo en las familias católicas y que, dado que no podemos meternos en la cabeza de los demás, no debemos juzgar sus motivaciones.

Por otro lado, el decir que eso no es matrimonio y que debería ser llamado de otra forma, no es más que una forma un tanto ruin de desviar el debate a cuestiones semánticas que no vienen al caso: Aunque sea entre católicos, un matrimonio es un matrimonio, y una familia es una familia.

Y con esta alusión a la familia paso a otro tema candente del que mi opinión, espero, no resulte demasiado radical: También estoy a favor de permitir que los católicos adopten hijos.

Algunos se escandalizarán ante una afirmación de este tipo. Es probable que alguno responda con exclamaciones del tipo de "¿Católicos adoptando hijos?

¡Esos niños podrían hacerse católicos!". Veo ese tipo de críticas y respondo: Si bien es cierto que los hijos de católicos tienen mucha mayor probabilidad de convertirse a su vez en católicos (al contrario que, por ejemplo, ocurre en la informática o la homosexualidad), ya he argumentado antes que los católicos son personas como los demás.

Pese a las opiniones de algunos y a los indicios, no hay pruebas evidentes de que unos padres católicos estén peor preparados para educar a un hijo, ni de que el ambiente religiosamente sesgado de un hogar católico sea una influencia negativa para el niño. Además, los tribunales de adopción juzgan cada caso individualmente, y es precisamente su labor determinar la idoneidad de los padres.

En definitiva, y pese a las opiniones de algunos sectores, creo que debería permitírseles también a los católicos tanto el matrimonio como la adopción.

Exactamente igual que a los informáticos y a los homosexuales.


escrito por garcía argüez a las 12:45 AM






1 comentario:

  1. Juan Alberto Suarez Velasquez - Institución Educativa Benjamín Herrera
    Sebastian Piedrahita R - Institución Educativa Benjamín Herrera
    Estefania Lopez Gaviria - Institución Educativa Benjamín Herrera
    Keyla Hoyos Uribe - Institución Educativa Benjamín Herrera
    Tatiana Jaisury Cardenas Mona - Institución Educativa Benjamín Herrera

    ResponderEliminar